En la comprensión de la realidad es clave el
discernimiento, buscar con prudencia lo bueno, lo agradable, lo perfecto. Una
decisión ética —aquella que busca lo bueno— se enlaza en las decisiones de la
vida cotidiana, pero ya no optando entre algo bueno y algo malo, pues en ese
espacio no hay un problema, sino cuando nos encontramos con un «dilema», donde
es difícil tomar una decisión que parezca mejor que otra. Los códigos
deontológicos que prescriben lo que está bien no cubren todas las situaciones
posibles. Por ello, el discernir cobra una importancia decisiva en la
vida ética, al decir de Tony Mifsud (2006:321). El fruto de este discernimiento
es, por tanto, la decisión ética (El método de discernimiento ético como un aporte a la toma de decisiones, una contribución del Centro de Ética de la
Universidad Alberto Hurtado- Elizabeth
Lira, Verónica Anguita y Andrés Suárez)
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